Visita al Museo Blanes y al Jardín Japonés
- Pablo Gabriel
- 18 jul 2019
- 3 Min. de lectura
Lluvia, niebla, clima gris, el momento perfecto para quedarse en la capital y hacer una actividad más tranquila. Por eso decidí ir al museo Juan Manuel Blanes, ubicado en el barrio del Prado, en la ciudad de Montevideo. Detrás del Museo se encuentra el Jardín Japonés.

Me levanté el sábado a las 10 am para aprontarme y llegar a las 12 del mediodía (hora de apertura) para poder tener el museo todo para mí.

Al llegar inicié la visita de forma auto-guiada, lo primero que observé fueron las estatuas de piedra en la entrada al lugar, como también las referencias de su construcción con un estilo formal clásico en sus columnas, balaustres y dinteles.

Seguí caminando para comenzar mi visita por el interior del museo, donde había pinturas, maquetas y varios estilos del arte nacional como extranjero.

Su construcción no dejaba de sorprenderme. Se podía observar peldaños de mármol de Carrara, primorosos herrajes y carpintería de nobles maderas.

Toda esa construcción y decoración, tanto interna como externa genera una armonía que le otorga al lugar una destacada fachada entre las residencias más bellas de la zona.

Todo este parque que reúne el Museo y el Jardín también se llama Jardín de los Artistas, donde Pedro Margat, uno de los principales horticultores uruguayos del siglo XIX, diseñó ejemplos de vegetales únicos en el país.

Este jardín reúne un estilo francés y paisajístico, contando con espacios de pérgolas, merenderos, glorietas, lago artificial y cascadas.

Con estas obras se buscaba simbolizar una vida más libre y volcada al exterior, representando la costumbre de aquella época.

Hablando con el personal que trabajaba ahí, me contaron que a medida que se iba construyendo el lugar, se ha ido remodelando.

En 1929 se proyectó una reforma de ampliación, realizándose dos salones amplios con luz cenital, como también se construyó en el patio central un lago enriquecido por diversos juegos de niveles, afectando las simetrías laterales pero no la de fachada.

Este patio está rodeado por un pórtico de arquería con forma de claustro, que posee una galería abierta en su lado posterior, acompañado de columnas en doble hilera, para poder observar un jardín que se extiende hasta el Arroyo Miguelete.

De esta forma se realiza una composición siguiendo líneas del basamento, desarrollo y coronamiento existentes, que marca la permanencia de los ritmos de fachada a través de nichos y pilastras, ya que esa ampliación se muestra cautelosa en cuanto a la introducción de nuevos planteos y lenguajes.

Terminando de recorrer el Museo Blanes, me fui al Jardín Japonés. Dicho jardín fue creado con curvas de madera asimétrica, representando la naturaleza mediante la colocación de hierba, flores, árboles, rocas y agua de forma calculada.

Se trata de construir un entorno silencioso ideal para reflexionar sobre uno mismo, construyendo un parque mediante una representación selectiva de un microcosmos ideal.

Todo Jardín de estilo japonés son circulares, cuyos elementos centrales tienen colinas artificiales y pequeñas islas en medio del estanque rodeado por una senda, puentes, cenadores, rocas y otros objetos que sirven para reproducir lugares pintorescos de cada región del territorio oriental.

A medida que lo iba explorando y cambiando de lugar, el aspecto del paisaje iba cambiando, incluso al hablar con un oficial de servicio, el parque estaba hecho para que al visitante le cause esa impresión, dependiendo de donde se mire, la hora y la estación.

Todo Jardín Japonés fue impulsado por los budistas en su deseo de construir un paraíso que los represente con el estilo "Tierra Pura", utilizando rocas, arena y piedras para representar islas y mares.

También encontramos el Jardín del té, construidos por los señores feudales de aquella época en sus castillos o residencias. Posteriormente se crearon estos espacios en edificios públicos y en terrenos de distintos hoteles.

Las rocas en esos jardines se colocaban obedeciendo diferentes protocolos como "de qué manera quiere ser colocada la roca y cuando vamos a buscarla", para luego situarla según sus deseos.

Durante su creación, se expresaban ideas y pensamientos, como la fuerte influencia del budismo mediante estanques, islas, puentes y manantiales.

Por eso ya no hay excusa para no viajar jeje. Si el día está feo o no tienen dinero, procuren visitar algún museo en su ciudad.
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